Carmen Corbalán Chico
Pedagoga y Máster en Logopedia
Que los niños tengan que realizar tareas escolares por las tardes parece algo tan interiorizado en nuestra cultura que damos por hecho que les beneficia enormemente y que convertirá, a nuestros pequeños, en adultos responsables y bien formados. debemos replantearla y cuestionarla porque es posible que los deberes no sean tan beneficiosos como siempre hemos creído. Hay estudios que demuestran que, un tanto por ciento muy elevado del aprendizaje del niño/a se realiza fuera de la escuela, destacando la importancia del juego y de los momentos lúdicos en los que se eleva el índice del mismo. Si al escolar le quitamos tiempo de ese juego dedicándolo a tareas que ya hemos trabajado en clase, estamos evitando la aparición de aprendizajes nuevos y atractivos para ellos.
Si para un adulto es tedioso tener que finalizar la tarea laboral y llevar a casa trabajo, para el niño/a, que ha concluido su horario lectivo, es necesario también “desconectar” de esas tareas escolares para dedicarse a actividades más atractivas que le harán crecer también como persona.
En la sociedad actual, salvando el periodo de crisis económica, la mayoría de padres trabajan o han trabajado en la etapa escolar de sus hijos. La llegada de ellos a casa debería suponer momentos de ocio y de experiencias agradables al aire libre, deporte, compartir aficiones con sus hijos…nada que ver con lo que en muchos casos ocurre por la falta de tiempo y ganas para realizar los deberes. Si a ello le sumamos el hecho de que muchos padres ya no se sienten capacitados para ayudar en dichas tareas, el caso se agrava.
Una propuesta alternativa a los ejercicios repetitivos, sería la de recomendar al alumno tareas más divertidas e interesantes para él, como la investigación de campo, búsqueda de información en Internet, manualidades…etc. sobre temas atrayentes, en función de los intereses de cada niño y relacionados con los conocimientos curriculares vistos en clase. Para ello, el profesor o profesora, que conocerá bien las características de su alumnado, podrá orientarles y servir de guía, aprovechando la exposición en clase como método de refuerzo del aprendizaje. Por supuesto, es evidente que hay asignaturas que se prestarían más a este tipo de tareas que otras.
Como padres, nuestra misión sería motivar al niño/a, haciendo halago de sus esfuerzos y acompañarle como guía/consultor de las tareas, pero nunca hacerlas por ellos ya que estaríamos limando su creatividad y su autoestima.
Mientras no se extienden prácticas como la citada, es aconsejable tener en cuenta una serie de recomendaciones básicas a la hora de hacer deberes, que harán que el niño/a gestione mejor su tiempo, como son: realizar las tareas en un mismo horario y lugar, el cual ha de estar bien dotado de luz, ergonómico y con acceso a todo lo que va a necesitar; empezar por la tarea más costosa; alejarlo de cualquier objeto que le pueda distraer (dependiendo de la capacidad atencional y de las características personales habrá niños que necesiten un entrono muy diferente para llegar a concentrase); estar en contacto frecuente con el tutor o tutora ya que nos podrá clarificar cuáles son los objetivos que espera.
Muy importante será supervisar las tareas, reforzando siempre el esfuerzo; y, por último, considerar que si las dificultades persisten, se debe consultar a especialistas que actuarán en coordinación con los profesores en el diagnóstico e intervención educativa.
Carmen Corbalán 25 octubre, 2014 a las 12:53 pm
Gracias Juan!!
Pondremos nuestro granito de arena para que las cosas vayan cambiando.
Saludos