Juan Felipe recuerda que «vimos los primeros movimientos de tierra en octubre de 2015; preguntamos y pronto nos enteramos que estaba previsto hacer un macrovertedero en la Sierra de la Puerta. Inmediatamente reaccionamos, buscamos toda la información posible, de quién fuera y  nos la quisiera proporcionar; y cuando tuvimos la certeza de lo que en realidad se trataba, reunimos a los vecinos, para ponerlos al día de la gravedad del asunto. También lo compartimos con Canara y El Campillo de los Jiménez, donde tampoco sabían nada. Porque, lo que al principio iba a ser una escombrera con capacidad para 60.000 toneladas al año, se iba a convertir un centro de transformación de residuos sólidos urbanos que casi triplicaría la producción. Y ese cambio de uso ya había sido aprobado por el gobierno regional».

 

El secretario de la asociación de vecinos de Valentín añade que «lo que se pretendía construir no era un vertedero para materiales de la construcción, sino de residuos no peligrosos y entre otros residuos pueden tratar lodos de diversa procedencia o residuos animales y vegetales no compostados, de ahí la necesidad de contar con una balsa de lixiviados de más de 1.000 metros cúbicos. Es en ese momento cuando decidimos movilizarnos y pocos días después el ayuntamiento de Cehegín comienza a dar explicaciones tanto en Valentín como en Canara que, la verdad, no nos convencieron del todo. El propio alcalde, José Soria, se reunió con nosotros, en un lamentable intento de negar la realidad. Después, hubo un pleno extraordinario y monográfico, en el que todos los grupos se posicionaron en contra de este vertedero. Y ya, en febrero de este año se aprobó por unanimidad, en la asamblea regional, una moción contra la instalación del macrovertedero. Pero, a pesar de todo eso las obras continúan». 

 

Lo que más preocupa a los vecinos de la zona es que «el impacto ambiental no es calculable; ellos no piensan qué pasaría si se producen filtraciones de lixiviados al embalse del Argos, que está a menos de un km, hasta donde podría llegar la contaminación río abajo; o las partículas volátiles de todo tipo que saldrán de ahí, los gases que tendremos que respirar, o lo que tendremos que oler. ¿Cómo se cuantifica eso?. Sin olvidar que a solo dos kilómetros empieza la ZEPA (zona de especial protección para las aves) de la Sierra del Molino y la proximidad del paso de la Cañada Real de Cehegín y el yacimiento arqueológico de la Sierra de la Puerta».

 

Sobre sus actos de protesta, Juan Felipe destaca «la manifestación del pasado invierno; la participación en los carnavales de Cehegín con una comparsa que denunciaba el macrovertedero y nuestra presencia  en todos los medios que han querido darnos voz. También la presentación de alegaciones en contra de la ampliación de vertidos que pretendía la empresa. Y a día de hoy seguimos trabajando para encontrar la forma de detener las obras. Es verdad que se ha conseguido denegar la ampliación de vertidos, y llevar nuestra protesta hasta la asamblea, pero nuestro objetivo primero y último es parar las obras».

 

Por eso, asegura, «continuaremos con la presión ciudadana, cuando toque, no a lo loco; y desde luego estudiando todas las medidas jurídicas que sean posibles. Si ellos no paran, nosotros tampoco. Las obras continúan porque, según las autoridades, tienen sus licencias, algo incompresible, pero las tienen».