Siempre he pensado que el siglo XIX es el que vertebró políticamente a Cehegín, por los personajes que dio y por la influencia que llevaron a cabo en los distintos ambientes del quehacer político-social. Y, seguramente, la figura clave entre los años 1833 (fallecimiento del rey Fernando VII) y 1894 (el del suyo), es el prócer a cuyo nombre dedicamos estas líneas.

Su padre atesora apellidos: Álvarez-Castellanos, Carreño, Quirós, Melgarejo, Fajardo; su madre es López y Martínez Gil.

Dn. Alfonso Castellanos aparece en la vida de Cehegín, retorno de Madrid donde ha cursado la carrera de leyes y entablado brillantes amistades, incluso con la familia real, y pese a la inmensa fortuna que le espera decide ejercer la abogacía. Fue el más brillante abogado del Partido y de los afines.

Del matrimonio de sus padres han nacido dos hijas: María-Josefa y Antonia, y un solo varón, él. Estas dos mujeres serán el dulce atadijo con un mismo esposo. Vamos a verlo, pues aparece en la vida de Cehegín otro abogado de fuste, don José Amancio María de la Cruz Ruiz de Assín y Sahajosa que viene precedido de los heraldos que le proclaman con una sentencia de nobleza que le abre las puertas por doquiera y ha llegado a las de Álvarez-Castellanos. No puedo extenderme en los honores y teneres de los antecesores de don Amancio, que nació en Ayora el día 8-4-1806, dos años más del que sería su cuñado por partida doble.

Don Amancio abre el linaje de las ramas cehegineras de los Ruiz de Assín y se lleva la mano de Mª Josefa el día 1-6-1837, que le dio a María Isabel, y de su enlace con don Juan Marín Pérez de Atienza (oriundo de Caravaca) hubieron al gran don Amancio Marín y Ruiz  de Assín, pero aquella falleció muy pronto y el viudo contrajo segundas nupcias con su cuñada Antonia el 9-11-1840.

De este enlace nacieron Mª Josefa, que casa con  Cristóbal Sánchez de Amoraga; Antonia, con José Musso y Moreno; Francisco, heredero de los vínculos de Sahajosa, que se casó con Dolores Gálvez y Benítez y Alfonso, que se casó con Josefa Navarro de Cuenca. Nutrida descendencia de los antedichos matrimonios han llenado las partidas del Registro Civil y han trascendido a la vida social a lo largo de los tiempos.

Pero hemos de volver a don Alfonso Álvarez-Castellanos que amén de administrar una inmensa fortuna fue Abogado de los Tribunales, Secretario Honorario de S.M. la reina Isabel II, Maestrante de Ronda, ex – Alcalde de Cehegín, lo fue por el bienio 1844-45, rigiendo la Constitución de 1837 que sería modificada por la de 1845, una de cuyas características más notables es que a los diputados al Congreso se nombraban por cinco años, en lugar de por uno y no por provincias sino por distritos, lo que vino  a fomentar los caciquismos locales.

Vivió y murió soltero, pero parece que tuvo un gran amor oculto, Inés Chico de Guzmán y Figueroa, hermana del que sería I Conde de Campillo, por gracia de Isabel II.

El día 12 de febrero de 1894 rindió su vida este “opulento ceheginero, hombre que, a pesar de las veleidades de los tiempos modernos, tiene saber o virtudes para venir siendo, por más de cuarenta años, el árbitro de este pueblo, el señor de Cehegín, sin haber sido ese Señorío”.

Así se pronunciaba el famoso Cura de Ello, para la capital; para Cehegín “el Cura Capel”, por aquella costumbre que existía de citar a los sacerdotes con el apelativo de sus respectivas familias. Otro día nos ocuparemos de él.