La velocidad de vértigo con la que se han desarrollado los hechos políticos a nivel nacional en la última semana ha sorprendido a muchos españoles. En cuestión de días, el país tiene un nuevo presidente del Gobierno y el partido que antes gobernaba pasa a ser el principal partido de la oposición, partido cuyo presidente ha anunciado que se marcha el próximo verano.
Este frenético ritmo de los acontecimientos indudablemente preocupa a la inmensa mayoría de españoles, no por la velocidad en sí, acostumbrados como estamos a la rapidez en la vida actual, sino a cómo se han urdido y a quiénes los han llevado a cabo. Por primera vez en democracia gobierna el país un presidente no votado por la mayoría de españoles, que llevó al PSOE a los peores resultados electorales de su historia. Y gobierna apoyado por una variedad enorme de grupos políticos, entre ellos pro etarras e independentistas separatistas catalanes, a los que tendrá que satisfacer con concesiones temerarias contrarias al bien general de España.
Cueste lo que cueste y a costa de lo que sea y de quien sea. Así ha sido la postura del PSOE de Pedro Sánchez, que no ha conocido límites para alcanzar el poder que por dos veces los españoles no le dieron en las urnas. En política no todo vale y el PSOE ha dilapidado con su incoherencia hasta los principios de Estado que durante décadas han dicho defender.
Espero que el esfuerzo que todos los españoles hemos hecho estos últimos años para salir de la panorama ruinoso que los socialistas dejaron en el año 2011, no se vaya al traste con políticas radicales y excluyentes. Si es así, estoy seguro que cavarán su propia tumba en las urnas.
Frente a los subterfugios utilizados por Sánchez para alcanzar el poder, contrasta el elegante adiós de Mariano Rajoy, a quienes hasta sus más enconados adversarios políticos han elogiado su actitud, su educación y discreción.
El Partido Popular es el que ha salvado a España de sus peores crisis. Eso es algo innegable. Es el partido con más afiliados y respaldo social y tiene recursos intelectuales y humanos para emprender una nueva etapa, porque es un partido necesario para España. Posiblemente los populares necesitemos someternos a una hoja de ruta severa y que deje poco lugar para la melancolía.
Lo importante son las ideas, y las del Partido Popular siguen siendo las mejores disponibles en España y en Europa. Tenemos que sobrevivir para que nuestras ideas liberal-conservadoras puedan seguir cuidando de esa trama de libertades individuales y afectos colectivos que es España, que es lo que de verdad nos debería importar ahora a todos. Con el anuncio hecho por Mariano Rajoy (demostrando su sensatez, su habitual sentido práctico y su escaso apego al halago fácil) de que dejará la presidencia del partido en el próximo congreso extraordinario del mes de julio se abre una nueva etapa para diseñar esa hoja de ruta. Creo que la historia, más bien antes que tarde, pondrá en valor los servicios del presidente gallego, prudente y discreto, a nuestro querido país.
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