Carmen Corbalán Chico
Pedagoga y Máster en Logopedia
En la actualidad estamos cansados de oír que nuestros alumnos están significativamente por debajo de la media de los países de la OCDE en pruebas internacionales como PISA. Dejando a un lado la fiabilidad y validez de este tipo de pruebas estandarizadas, lo cierto es que es significativo el hecho que los valores más bajos de nuestros jóvenes se encuentren en pruebas de resolución de problemas.
Nuestros alumnos no tienen las suficientes cotas de competencia lectora y por tanto, el rendimiento en las demás áreas de conocimiento está también por debajo de los valores medios. Y es que la resolución de problemas, como el resto de aprendizajes, pasa inevitablemente por una buena competencia lectora, y así lo demuestran numerosos estudios.
Pero ¿qué es la competencia lectora? Este término es definido por la OCDE y numerosos organismos internacionales como “la capacidad individual para comprender, utilizar y analizar textos escritos con el fin de lograr sus objetivos personales, desarrollar sus conocimientos y posibilidades y participar plenamente en la sociedad”.
Así, la competencia lectora no es la simple lectura mecanizada, sino que se basa en la comprensión del texto, la capacidad de relacionarlo con las experiencias previas, en la extracción de datos inferenciales, en su síntesis, en el entendimiento de la globalidad y la capacidad de extraer conclusiones y reflexiones personales. De esta manera la lectura se transforma en aprendizaje significativo, en un aprendizaje que hacemos nuestro e incorporamos a nuestras estructuras de conocimiento.
La competencia lectora correlaciona positivamente, así, con el éxito escolar: a mayor competencia lectora, mejor rendimiento escolar.
¿Y como conseguimos la adecuada competencia lectora en nuestros alumnos e hijos? La respuesta es sencilla: leer. Potenciar el gusto por la lectura en edades tempranas, a través de actividades lúdicas adaptadas a su edad.
La lectura de cuentos realizada por los adultos, no sólo estimula la imaginación y la creatividad del niño, sino que, de manera trasversal, se trabajan aspectos tan importantes para su estabilidad emocional como la empatía, la capacidad de escucha, la perspectiva crítica hacia los acontecimientos narrados y la reflexividad, entre otras muchas. Además, al escuchar el cuento, el niño hace acopio de aspectos internos del texto como la entonación o su estructura.
No forzar el establecimiento de la lectura y acompañar a nuestros hijos en el placer de disfrutarla serán las claves para alcanzar con éxito su futura competencia lectora y, por tanto, su éxito escolar.
Flor 3 agosto, 2017 a las 7:15 pm
Creo que el punto es la cuestión de la poca capacidad de interpretación que tienen los chicos hoy en día, pero claro, esto tiene que ver con que leen poco. Internet tiene algo de culpa en todo esto, pero bueno, se tendría que buscar la manera de fomentar la lectura.