Finalizan los trabajos de señalización del Camino de San Juan de la Cruz y el Camino de los Vélez, sumando dos nuevas vías de peregrinación.
Los consistorios de Caravaca de la Cruz y Vélez Blanco comenzaron en marzo del pasado año a trabajar en la recuperación del camino histórico que une ambos municipios, con la implicación de la entidad Cajamar, que ha colaborado con los trabajos de balizamiento.
Recordemos que el ‘Camino Real’, de unos 70 kilómetros, está dividido en cuatro etapas: ‘Vélez Blanco-Las Amohallas’; ‘Las Almohallas-Cuartel Casa Forestal de Periago’; ‘Cuartel Casa Forestal de Periago-La Almudema’; y ‘La Almudema-Caravaca de la Cruz’. Durante el recorrido el caminante o ciclista tendrá la oportunidad de disfrutar de forma tranquila de la naturaleza, pues encontrará zonas de pinar, cultivos extensivos de secano, ramblas, aldeas y cortijos.
Por su parte, el ‘Camino de San Juan de la Cruz’ tiene un trayecto total de 151 kilómetros y se compone de cinco etapas (Beas de Segura-Hornos de Segura, Hornos de Segura-Pontones, Pontones-Santiago de la Espada, Santiago de la Espada-Nerpio, Nerpio-El
Sabinar, El Sabinar-Caravaca de la Cruz).
En 2017 se acordó la constitución del Grupo de Ciudades ‘Camino de San Juan de la Cruz’, integrado por los municipios de Beas de Segura, Hornos de Segura, Santiago-Pontones, Nerpio, Moratalla y Caravaca de la Cruz, que conforman una comarca histórica en torno al río Segura y pertenecen a las comunidades autónomas de Andalucía, Castilla- La Mancha y Murcia. El objetivo de este grupo de ciudades, con el apoyo de la Comunidad de Carmelitas Descalzos, ha
sido el desarrollo de esta propuesta turística, cultural y patrimonial, con la que se pretende dar a conocer tanto la obra
del místico carmelita como aquellas poblaciones que tantas veces recorrió.
Se han podido documentar al menos siete viajes del santo carmelita desde estas poblaciones a Caravaca de la Cruz. En Beas de Segura, Santa Teresa de Jesús fundó en 1575 el primer convento de descalzas de Andalucía, llegando Fray Juan de la Cruz en 1578 como Prior del Calvario de Beas y director espiritual de las monjas, tras escapar de la prisión conventual de Toledo donde los calzados lo tenían prisionero. En Beas fraguó la síntesis de su pensamiento espiritual y compuso algunas de sus principales obras literarias. En Caravaca se había fundado en 1576, por orden de Santa Teresa
de Jesús, el convento femenino. La Santa envió al fraile expresamente, quien asistió a las monjas en el primer capítulo de
la congregación. Años más tarde, fundaría él mismo un convento de frailes en esa ciudad, el de Nuestra Señora del Carmen.
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