La pandemia del Coronavirus ha provocado pérdidas de entre 1,5-1,8 millones de euros al sector de la flor cortada de Cehegín, según Juan Maravillas Ortega, gerente de la cooperativa ‘Canaraflor’.
Ortega recuerda que «los invernaderos, diseminados por las pedanías de la huerta ceheginera, suman un centenar de explotaciones que dan empleo a 250 personas; cifras que suponen la mitad del censo y trabajadores del sector a nivel regional. En condiciones normales, la primavera es una de sus mejores épocas con una facturación de 6 millones de euros, de los 17 millones de euros anuales».
En abril, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto que, en el caso de las prestaciones extraordinarias por cese de actividad, recogía algunas puntualizaciones para las producciones agrarias de carácter estacional, como la flor cortada. En este caso, se establece que podrán optar a esas prestaciones cuando su facturación promedia en los meses de campaña de producción se vea reducida, al menos, en un 75% en relación con los mismos meses de la campaña del año anterior. A esta medida se suman los avales para favorecer la liquidez de las empresas mediante el Instituto de Crédito Oficial» (ICO).
Sin embargo, el gerente de ‘Canaraflor’ destaca que «los productores queremos ir más allá y hemos solicitado a ‘Agroseguros’ incluir el producto no vendido por esta contingencia, ya que el sector de la flor y la planta no recibe ningún otro fondo ni nacional, ni comunitario, ni regional».
Inmersos ya en la Fase 2 de la desescalada, Ortega reconoce que «las floristerías prefieren no abrir ya que no tenemos bodas, comuniones, hoteles,…, y optan por permanecer en la baja de autónomo».
Mirando más allá del verano, concretamente en el Día de ‘Todos los Santos’, el responsable de Canaraflor destaca que «la supervivencia del sector pasa por el buen comportamiento de esta fecha. Quiero recordar que los floricultores no pueden detener sus procesos de producción y retomarlos, como si nada, una vez volvamos a la normalidad. Su método de trabajo se basa en la planificación de la propia producción atendiendo a determinadas fechas del año, en las que se prevé una cierta cantidad de unidades a las que se le puede dar salida».
Ortega añade que «por desgracia, una de estas temporadas altas de trabajo ha coincidido de pleno con la crisis sanitaria, por lo que todo el esfuerzo y la inversión realizada en la producción no tendrá ningún retorno económico. Festividades como el Día del Padre, la Semana Santa, las Fiestas de Primavera o el Día de la Madre suponen para todos los negocios de flor cortada un período de los que depende una gran parte de sus ingresos».
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