Tanto se ha citado y queda dicho en los anales sobre el nombre de ALQUIPIR, que hasta se llegó a pensar que por sus latitudes quedaba emplazado el, fantasmal Begastri, descubierto el siglo XIX.
Vamos a recordar ahora lo que ha sido investigado sobre él, y conocemos: hay una carta del infante don Alfonso en 1243 por la que da en tenencia Cehegín y ALQUIPIR a don Gomal de Entenza. Siendo ya don Alfonso rey de Castilla en 1264-66 lo entrega a la Orden del Temple, hasta 1310-11 en que ésta desaparece.
No existen, al menos que los investigadores directos conozcan, documentos sobre el largo periodo de dominación almohade en que fueron levantados el castillo y ciudadela de Cehegín y el de Canara (actual Santuario de la Virgen de la Peña) y yo apunto que también el de ALQUIPIR, situado en un gracioso y rico paraje llamado “el Paraiso”, regado por acequias de construcción árabe con aguas del río Quípar, que formaban una alquería que merecía ser defendido, de ahí el nombre de ALQUIPIR, a lo que debió ser una mini-fortaleza.
En el riquísimo Archivo Municipal de Cehegín existe un documento del año 1549 por el que se hace donación del castillo a Pedro Hidalgo para que pueda construir en él una casa-torre, lo que demuestra que el predio era de propiedad municipal.
Este castillo, con el tiempo, y por el abandono, se fue deteriorando, aprovechándose los vecinos de los materiales que podían para sus edificaciones, como en otro muy similar aspecto ocurrió con Begastri quedando enterradas y destrozadas tanta riqueza arqueológica que ahora nos va devolviendo la madre tierra.
Un día, visitando el estudio de mi amigo el profesor y pintor Blas Rosique, que tan paseado y conocido tenía el término de Cehegín, me llamó la atención sobre un óleo del que decía “es una recreación sobre las ruinas del castillo de Alquipir” y se lo compré, lo miro todos los días y me digo ¿no sería así tal castillo?
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