Y cada 20 de enero llega, nuevamente, la festividad de este santo, ceheginero por antonomasia. San Sebastián, desnudo, pobrecico, con el frío que hace; menos mal que las hogueras caldean el ambiente y los cehegineros son fieles a la tradición, que van quedando pocas. ¡Viva San Sebastián!
Pero hogaño no voy a escribir sobre la vida y milagros de este santo, de su imagen, al menos, tan ajetreada, pero sí sobre lo que representa su mensaje histórico en la entraña de nuestro Casco Antiguo, que cuando llegan estos días arrejunta a sus vecinos para festejarlo juntos, y algo que me encanta: que recurran al Casino para celebrar sus grandes eventos, la exaltación de los personajes protagonistas de la fiesta.
Ya lo he dicho alguna vez: el Casino es de Cehegín, es nuestro aunque seamos los socios quienes corramos con sus exigencias económicas, pero es como la catedral civil de la ciudad y la depositaria silenciosa de una historia con más de 153 años, del que nos tenemos que sentir orgullosos. Y me ufané, hace unos días, al saludar por la calle a una importante personalidad académica que fue, amigo de viejo, que me celebró lo bonito que está Cehegín, al que había visitado recientemente y me apuntó el acierto de haberse restaurado este edificio singular, y apuntó: “¡que suerte la de los pueblos que tienen un Casino como éste!”.
Mi mensaje de hoy, es éste: si el santo tiene su sóleo en la magnificencia de la Iglesia Mayor de Santa María Magdalena, llevemos al Casino a recuperar la grandeza de otrora, punto de unión y convivencia de todo un pueblo.
Aún no hay comentarios en este artículo