El rico medio natural del Noroeste ofrece un escenario excepcional para la práctica de diferentes deportes al aire libre. Poseemos las mayores masas forestales de la Región, y una gran diversidad de paisajes, que constituyen el entorno ideal para muchos de estos deportes (senderismo, ciclismo de montaña, carreras de montaña, escalada, etc). Y prueba de ello es el gran número de deportistas que utilizan estos paisajes. Sea fruto de una moda pasajera, o un fenómeno que ha llegado para quedarse, el número de personas que practican (o practicamos) actividades deportivas en la naturaleza ha incrementado exponencialmente en tan sólo unos años. Sin duda es una buena noticia que cada vez más gente practique deporte, por los beneficios para la salud y la mente que proporciona. El deporte al aire libre, además, añade el efecto positivo de permanecer en espacios verdes, rodeado de naturaleza y aire limpio. Pero la contrapartida es que la práctica masiva de tales actividades puede tener asociada ciertos impactos sobre nuestro entorno (residuos, erosión, molestias a la fauna, etc.). De hecho, cada vez se alzan más voces alertando de los peligros para la naturaleza de la masificación de nuestros montes y montañas como consecuencia de esta nueva tendencia.
Ciertamente, las actividades con mayor impacto son las motorizadas, como el uso de “quads” y motocicletas. Su incidencia más importante, además de las molestias para la fauna por el ruido de los motores, es la pérdida de suelo y la erosión producida por las ruedas. En las rutas más transitadas, la evolución del sendero, con la ayuda del agua de escorrentía de lluvia, puede generar abarrancamientos que aceleran el problema. En este grupo habría que incluir también el ciclismo de montaña, por el gran número de ciclistas que transitan ahora por nuestros montes. Es raro salir al campo y no cruzarte con decenas de ellos, haciendo incluso difícil a veces la práctica de otras actividades menos agresivas para el entorno como el senderismo. Muchos ciclistas de montaña no se conforman con utilizar las pistas forestales o las sendas amplias, sino que a menudo transitan por sendas pensadas para el caminante, produciendo los problemas de erosión antes mencionados.
Mención aparte merecen las competiciones deportivas en la naturaleza. El caso quizá más llamativo es el de las carreras de montaña. Raro es ahora el municipio de la Región que no cuenta con su propia carrera de montaña. Y el Noroeste no es una excepción, con al menos 10 carreras de montaña a lo largo del año, algunas con participación de centenares de personas. Es cierto que estas carreras constituyen un magnifico escaparate de nuestro patrimonio natural para cientos de personas venidas de otros municipios y regiones para estos eventos, y representan un recurso turístico, y por tanto económico, para nuestra comarca. Pero también es cierto que estas carreras llevan asociados distintos impactos, que no deberían obviarse. Por ejemplo, aquellas celebradas en primavera pueden tener un efecto negativo sobre la fauna, al celebrarse en plena época de cría. Además, en lugar de utilizar la rica red de sendas y veredas de nuestros montes, algunas de estas competiciones llevan asociadas en su planificación y diseño la apertura de nuevas sendas. Abrir a golpe de azada y serrucho nuevas sendas, que serán transitadas por cientos de personas durante la carrera, y por otras tantas durante el resto del año, es sin duda una práctica lamentable (si no ilegal). Al contrario que las sendas tradicionales, que aprovechan las curvas de nivel y minimizan los desniveles, estas nuevas sendas siguen a menudo las líneas de máxima pendiente, en busca de recorridos exigentes para los corredores. Estas sendas perpendiculares a las curvas de nivel, desprovistas ahora de vegetación y compactadas por el paso de los corredores, se convierten en canales de drenaje para la escorrentía de las aguas de lluvia, y son una puerta abierta a la erosión y la pérdida de suelo. Un peligro que se agrava si tenemos en cuenta que el recorrido de la carrera a veces cambia de un año a otro, y nuevas sendas son abiertas para cada nueva edición. Además está el impacto sobre la vegetación asociado a la apertura de estas sendas, y el efecto negativo de crear accesos nuevos en zonas de alto valor ecológico antes inaccesibles. Me consta que la organización de estas competiciones hace un esfuerzo muy loable para que no quede en el monte ni un solo resto o residuo tirado por los corredores durante la carrera. Pero el hecho de que la organización tenga que recoger gran cantidad de residuos tras la misma, evidencia el comportamiento incívico de algunos de ellos (seguramente una minoría). Y nos hace preguntarnos qué ocurrirá durante el resto del año en sus entrenamientos en la montaña, cuando nadie va tras ellos limpiando.
Sin duda, organizadas de forma sostenible, las carreras de montaña y otras competiciones deportivas en el medio natural tienen un gran potencial para poner en valor el patrimonio natural y cultural de nuestros municipios. Pero en mi opinión se hace necesario estudiar de forma objetiva sus potenciales impactos y minimizar sus posibles consecuencias (quizá a través de estudios de impacto ambiental). Especialmente teniendo en cuenta que muchas de estas competiciones transcurren en espacios incluidos en la Red Natura 2000 y/o montes de titularidad pública. Igualmente, se requiere la concienciación de los deportistas para la práctica responsable de estos deportes más allá de la celebración de competiciones, así como cierta vigilancia y regulación por parte de la administración. Recientemente se creaba una plataforma de asociaciones que practican actividades físico-deportivas en el medio natural en el Noroeste. Una gran iniciativa cuya finalidad es proteger los derechos de los deportistas en cuanto al acceso y disfrute del Medio Ambiente. No obstante, el acceso y disfrute del Medio Ambiente conlleva también obligaciones, como la de ser capaces de compatibilizar estas actividades con la conservación de los parajes en los que transcurren. Una labor en la que, en mi opinión, también debería involucrarse esta plataforma. No sólo los deportistas, sino todos los ciudadanos, tenemos derecho al acceso y disfrute de un entorno bien conservado.
Pedro Abellán Ródenas. Doctor en Biología
Juan Abril 22 diciembre, 2015 a las 12:00 am
Pues que tomen nota los de la Falco Trail, que cada año abren nuevas sendas.