Moy Gomar es una simbiosis andaluza y calasparreña (padre de Barbate y madre de Reolid), aunque hace tanto tiempo que echó raíces en Cehegín que ya se ha convertido en ceheginero de ‘pleno derecho’. Fontanero de profesión y músico por devoción, Moy anda estos días «estresado, angustiado, agotado» porque se ha embarcado en un nuevo proyecto musical que quiere financiar a través del ‘crowdfunding’. Una nueva técnica en la que tú ofreces un servicio y, a cambio, recibes dinero. Así quiere pagar la producción de ‘MOYTOPÍA’, su última aventura con sonido y letra.
Moy asegura que siempre le ha gustado componer e interpretar. «Me doy cuenta que me gusta cuando alguien me pregunta. De normal, hago lo que disfruto, por efecto, disfruto de todo lo que hago y esto no es porque sí, es un trabajo de conocimiento de uno mismo y de constancia, claro está. Desde que tengo la razón en desuso, disfruto creando. Me gusta componer al alba, recién levantado. Pero ‘no siempre hay rosas en Granada ni migas el día que llueve’. Lo mejor es cuando algo viene, apuntarlo o grabarlo, porque las musas van un poco a su bola y no siempre te pillan trabajando».
Y para que entendamos mejor su pasión por la música nos cuenta cómo la descubrió de pequeño. «En mi caso las huertas, mi habitación, esa guitarra intocable en el comedor… Comedor, dícese del espacio protegido y reservado para la siesta del Páter, las visitas y fiestas de guardar, donde se alojaba una pequeña colección de singles de vinilo, una armónica, una corneta y libros varios. Esto para mí era un templo… La vida cotidiana era en la sala de estar y creo que esto pasaba en más de una casa. Yo me crié en el puro campo entre juncos y acequias, cosa que para mí, es imprescindible en el desarrollo emocional y para la comprensión del origen de las cosas. La interpretación es ‘parte dé’, es como hablar. No te das cuenta hasta que oyes un aplauso».
Han pasado casi cuatro años de su primer proyecto musical, ‘No he perdío el tiempo’ un disco que Moy recuerda como «un recoger todos los recuerdos, sobre todo viscerales. Canciones de tiempo atrás. Tardamos demasiado en grabarlo por falta de presupuesto (como siempre); hubo muchos altibajos, cambios y contratiempos que alteraron el proceso en gran manera, aunque al final la ilusión primó y creo que quedó impreso en cada tema. Vendimos casi 2.000 discos desde agosto de 2013, en mano y en cada concierto».
«Moytopía es diferente, es más Moy. El hilo conductor mente/corazón tiene mayor flujo que en definitiva es la idea. Escribir de mente, con el corazón en la mano. Siempre he pensado en lo bueno de cada cosa, en lo utópico de cada por qué. Estas 13 historias hablan en su mayoría y desde la ironía, de un final inspirador. Tocadas desde el dolor, pero al uso de que el fin justifico el cómo fue. Al final, se construye de por sí una utopía mental y emocional desde la que escribo y que sita en no sé qué parte del alma. A esa parcela es donde me retiro a respirar».
Y en mitad de ese respiro emerge su vena andaluza. «Soy paparajote en adobo, me gusta decir. Así que lo mismo me pongo a cantar utopías que sátiras con las chirigotas de Cádiz. Realmente concibo el equilibrio de todo si hay respeto. La lascivia y la crítica, la indolencia e incluso la insensibilidad son parte de la utopía. Siempre que en origen sea el respeto a la vida ajena, la ley 1.0 del código de convivencia. El problema es cuando un comportamiento anda de mano de la violencia. Ahí es donde falla todo».
‘MOYTOPÍA’ será un embrión ‘en prueba’. Para financiarlo, Moy Gomar se ha embarcado en el ‘crowdfunding’, una técnica de autoproducción que consiste ‘en un pago a cuenta’. «En este caso, es a través de una plataforma online donde ofreces paquetes de venta anticipada. Es decir, a ti te gusta mi proyecto y me pagas el disco anticipadamente, para poder grabarlo. O compras un concierto, una entrada, una camiseta, un DVD, etc… Todo relacionado con el proyecto o con el artista en cuestión. Se fija un día para la entrega de recompensas y ¡voilà!. Es necesario crear una buena campaña, que sea atractiva y convincente mediante videos, imágenes e ingeniosas recompensas para que la gente invierta o apueste por dicho proyecto. Yo tengo que alcanzar 4200€ en 40 días. A ver qué pasa…»
Y mientras reúne esa cifra, el artista cambia algún calentador o arregla una lavadora. «¡Soy fontanero y me encanta!. No quiero olvidar de dónde vengo y, a veces, bajo a la tierra. Se me da bien trabajar, creo que porque no soy perezoso. Además que unas pelillas extra vienen de lujo. Después de casi cuatro años quería algo bueno y eso necesita fuego lento. El dinero no es problema porque nunca pienso en lo que necesito hasta el final, entonces me entran las prisas y pongo a todo el mundo a correr. De ahí el ‘crowdfunding’ que suena muy bien pero es durísimo en los meses finales, para uno mismo y para los que están cerca. Porque tú no eres tú, no estás la mayor parte del tiempo, no escuchas, no desconectas, solo oyes pum pum trash… Y ves dibujos mentales de la portada, el puente musical entre el tema 4 y 5 para la presentación del directo… Es una locura. Pero luego hay un vuelo…»
Y antes de terminar la entrevista, volvemos a mirar atrás, para saber qué recuerda de su participación en el programa televisivo ‘Los 7 magníficos’. «Me lo pasé genial y encima conocí a Luis Rodríguez , Josué Ronkío y Raúl Ramírez que han formado parte activa del disco anterior y del formato directo durante 5 años. Y a Eugenio que aún sigue como parte fundamental del proyecto y el directo. Aunque la parte negativa es que detrás de las cámaras siempre hay otros intereses que nada tienen que ver con el artista, ni con mi forma de ver la cultura. Venden shows explosivos con fecha de caducidad que perjudica al 95% de los que participan y pasan a las fases clasificatorias. Pan para hoy, soledad para mañana».
SI QUIERES COLABORAR EN LA PRODUCCIÓN DE ‘MOYTOÍA’ ENTRA EN EL SIGUIENTE ENLACE http://vkm.is/moytopia
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