‘Ante la reapertura de la Iglesia Mayor de la Magdalena’. Por Abraham Ruiz Jiménez, cronista oficial de Cehegín

 

 

Los pueblos que ignoran sus orígenes -que son historia- están llamados a la muerte por el olvido. Igual ocurre con las familias que por desidia, por apatía, no se han preocupado de conocer, de conservar y de transmitir el recuerdo de los suyos, por hidalgos, notables, menestrales o vasallos que fueran. Muchas de las gentes de nuestros pueblos -y estoy mirando a Cehegín- fueron hidalgos y tantas razones de la vida llevaron a sus ante­pasados a decrépitas situaciones, o, al contrario, quienes no tuvieron acceso a los padroncillos tienen hoy a sus descendientes en unas confortables situaciones. He de decir, que hoy somos todos iguales y que no nos distingue anímica o espiritualmente más que la catadura de los comportamientos sociales.

Cuando esta Europa unida ha renunciado vergonzosamente a reconocer sus orígenes dentro del humanismo cristiano, con todas sus virtudes y sus errores, Cehegín abrió hace unos años la corola de su existen­cia con motivo de la vuelta al culto de la que fue su IGLESIA MAYOR y Parroquia de Santa María Magdalena.

OLVIDADO TITULO DE IGLESIA MAYOR

Su IGLESIA MAYOR pues era la madre nutricia de todas las sufragáneas a cuyo culto atendían los múltiples clérigos que se sentaban en el coro para rezar las principales horas canónicas del llamado Breviario, hoy Liturgia de las Horas y Concepción, Soledad, San Esteban (hasta que fue sede conventual franciscana); San Agustín, Santa Bárbara, San Juan de Valentín, San Sebastián (arrasado por los franceses en su huida del año 1813), Peña y Campillo, eran las gemas que concurrían en la Iglesia Mayor, también con derechos concejiles hasta la Desamortización final que la dejó de rentas y ayuna de compromisos, debilitando su funcionamiento ejemplar en el orden de los cultos.

FIN DEL ANTIGUO REGIMEN

Y si ella misma no se podía sostener, ¿cómo iba a ser Iglesia Mayor?. El Concordato de 1853 entre el Gobierno y la Santa Sede pretendió poner en orden tantas anomalías y reguló el orden de los Arzobispados, Obispados, Arciprestazgos, Parroquias,  Rectorías, etc…, desapareciendo el dominio canónico del Consejo de las Órdenes Militares y consecuente de los vicariatos. El de Caravaca no se integraría en la Diócesis de Cartagena hasta el día 1º de Enero de 1876; aunque la Parroquia santiaguista de Cehegín se anticipó el día 6 de abril de 1874, rompe con el Vicario Marcos Frías y el Obispo Landeira confirma a don Cayo Ortega que con el Arcipreste de Caravaca en el exilio, don José María Caparrós, cura de Mula, están librando la gran batalla por la unificación bajo el cayado del Obispo de Cartagena.

En el año 1866 interviene el Ayuntamiento en la transmisión de la capellanía de Peña y Campillo entre don Diego Giménez García y don Juan Fco. Fernández de Guirao, en presencia del Primer Teniente de Alcalde don Antonio Espín Fernández de Guirao (que sería el segundo abuelo materno de mi esposa, Rosario), con la aquiescencia del vicario y juez del Partido.

LA JURISDICCION CASTRENSE

Pero vamos a retrotraernos en el tiempo: por sabido que la jurisdicción castrense la ostentaban el Rey y su Consejo, por autoridad pontificia y ésta fue delegada en la Orden del Temple que ocupó la ciudadela y torreones de Cehegín -el llamado castillo- desde el año 1266, perdida en 1281 (y la Orden disuelta por el Papa Clemente VI que era francés, en 1312).

LOS PARROCOS SANTIAGUISTAS

Le sucede la Orden de Santiago en 3-8-1344 y se inician los cultos dentro de las almenas con clérigos-caballeros, cuya cronología se inicia con Garci-Hernández, que figura en el pa­droncillo de los Reyes Católicos de 1495.

Continúa la sucesión con Salvador Bernad (o Bernal / Bernardo) de Quirós, que testó en 10-1-1573, Juan  de Lara, Luis Perea y Rada, que testó en 1630, …, en 1715, Juan Fco. Herrera de Guzmán, que fue Teniente Vicario; don Antonio Carreño Muñoz, de nobilísima familia de Cehegín, después Vicario de Caravaca en 1745, …; en 1851, Juan Francisco Moya, luego Vicario de Caravaca, que pudo haber acabado con el Cisma, y continúa la serie hasta don Cayo Ortega y Muñoz, que cesó anticipadamente en la obediencia vicarial y fuel el primer cura Párroco diocesano, fallecido en 1880.

JURISDICCION DIOCESANA

A don Cayo, sucedió como Ecónomo don José Mª Caparrós, que cesó para constituir el primer cabildo catedralicio de Madrid-Alcalá, del que sería Arcipreste.

Párrocos destacados serían después, entre otros, don José Mª Martínez Ramón (1887-1897); don Pedro de A. Hernández, (tío carnal de Rosario, mi esposa) de 1910 al 1913; don Pedro Salcedo Ramón (1913-1925) ya por concurso parroquial; don Manuel Rodríguez Maimón (renuncia oficial en 1941) y desde 1939 a dicha fecha, cura encargado don Antonio Sánchez Maurandi, que por concurso gana la Parroquia de San Antolín, de Murcia, mientras  viene a  Cehegín  el pastor  don Gumersindo  Corbalán  Marín,  último párroco  por el anterior código, que pasaría como Beneficiado a la Catedral de Murcia, en diciembre de 1955.

A partir de ahí, se abrió el turno a una nueva serie de ecónomos y ahora Párrocos sin la llamada propiedad que detenta  la autoridad episcopal.

RETORNO A LOS PRINCIPIOS

La apertura al culto tras una restauración de tal cate­goría que devolvió al templo la magnificencia primitiva, retornó retornado a los enunciados recuerdos y al reverdecimiento de unos datos:

– que la Parroquia de la Magdalena tuvo tratamiento de IGLESIA MAYOR, título que figura en tantos documentos aunque no queda constancia de ello en los archivos del Obispado, destrui­dos, según creo, o al menos parcialmente, durante los años 1936-1939.

– que era de derecho concejil por lo que en las solemnidades asistía el Ayuntamiento corporativamente y en lugar reservado, especialmente en las fiestas de San Sebastián, La Magdalena, Virgen de la Peña, tenida por Patrona con San Zenón (9 de Sep­tiembre) a cuyas fiestas se unieron a partir de 1725 las de la Virgen de las Maravillas, cayendo en desuso y olvido tales patronazgos, ante la deslumbrante belleza y milagros de la imagen,

– que gracias al celo del Juez y del Secretario del Juzgado Municipal se salvó el riquísimo archivo parroquial que fue tras­ladado a tales dependencias y devuelto a la Iglesia Mayor en 1939.

HOY, CAMPANAS AL VUELO

Después de tres años de obras, Stª María Magdalena recuperó en 2004 el culto y la dignidad arquitectónica primigenia, como la concibieron y realizaron aquellos hombres a partir  del  siglo XVII,  con tantos avatares y nacida aledaña a los torreones  hoy  se alza señera proclamándose depositaria de toda nuestra grandeza y debilidades; de nuestra historia; en su vientre yacen tantos antepasados, que en sus pilas bautismales nacieron a la vida de gracia.

En la  Plaza del Castillo, ella es señera antorcha de las distancias y alcázar de las nubes.

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