El Centro de espiritualidad o vida religiosa que lleva este nombre es, seguramente, el más popular y querido por el vecindario de Cehegín a través de los tiempos; y, venerado, desde el 25 de julio de 1725, por ser el albergue de la imagen de la Virgen de las Maravillas.
Extramuros de la villa, existían varias ermitas de derecho concejil, distribuidas en parajes de la huerta ubérrima. (No me detendré con muchas explicaciones para no restarle espacio a ésta).
Bajo la advocación de San Esteban, con el anexo de la casa del santero, existía, distante unos dos o tres kilómetros del casco urbano esta ermita, a la que asistía en la festividad del santo titular, en corporación el Concejo.
A pesar de la nutrida clerecía que albergaba la Parroquia de Santa María Magdalena, el pueblo tenía deseos de que una comunidad religiosa de varones tuviera asentamiento en la villa y fue una realidad tras del permiso del Consejo de las Órdenes Militares, pues en 31 de julio de 1566 el Concejo (léase Ayuntamiento) cedió el uso del templo y solar adyacente con la sola condición de haber y conservar el Convento siempre, como se ha cumplido, el título de San Esteban, santo titular contra nubes y pedriscos. El huerto fue donación del regidor Alonso Fernández Peñalver, a cuyas expensas se erigió también la capilla mayor de la nueva Iglesia; tras de las obras que se fueron acometiendo para levantar el convento, que tuvo varias fases.
La rama franciscana que se estableció en esa nueva fundación fue la de los recoletos, a la que pertenecían dos insignes figuras: San Pedro de Alcántara y el Cardenal Cisneros. En 1667 los recoletos, pasaron a ser observantes y en 1690 comunidad de Misioneros Apostólicos. La primera exclaustración a que se vieron obligados fue en abril de 1820, cerrándose el convento, por lo que hubo de trasladar la imagen de la Virgen al Templo Parroquial, haciéndose custodio de la misma el Cura Párroco (de la Orden de Santiago) don Juan José Ortega Flores, pero regresó con los frailes el 24 de julio de 1823.
La exclaustración decretada por Mendizábal llevaba consigo la desamortización que arranca en 1833, aunque ahora se va realizando organizadamente pues ha de ser regulada por la autoridad local y en el Ayuntamiento mandaba un grupo de personas sensatas, católico-liberales, pero conscientes del alcance y consecuencias que tendrían tales disposiciones oficiales y de cuánto suponía para la población el cierre del convento y del templo, albergue de la Virgen.
Por eso, todas las medidas, a lo largo de un periodo que terminará cincuenta años después, serían tendentes a que el Santuario, estuche que encerraba y guardaba a la Virgen, continuase abierto y que no le faltara el culto que se le dedicaba con tanta dignidad. Los frailes fueron saliendo pero quedaron tres que vestidos con sotanas normales, como dependientes del Párroco santiaguista, salvaron edificio y cultos. Todavía llegó el P. Heredia a vivir el renacer de aquella comunidad el año 1877.
Es riquísimo el devenir del Convento pero no vamos a detenernos en los tristes sucesos acaecidos durante los años de 1931 al 1936, de todos conocidos. El mes de abril de 1939, finalizada la horrible guerra civil, volvieron los frailes y la Virgen, que ya estaba embalada para enviarla a un Museo de Rusia, como botín de guerra.
Resurgió el Colegio Seráfico, del que salieron en el tiempo señeras figuras de la orden, entre ellos los murcianos, el sabio padre Isidoro Rodríguez, el poeta Fermín Mª García y el profesor Alfonso Ortega, así como el escritor Francisco J. Gómez Ortín, a quiñen hay que seguir siempre que queramos hablar de este centro de espiritualidad, y en tantas cosas de Cehegín.
Finalmente diremos que por decreto episcopal de 1 de enero de 1966, quedó erigida en el templo una nueva Parroquia con el título de ‘Nuestra Señora de las Maravillas’, a cargo de los sacerdotes de la comunidad franciscana y, en él, está erigida canónicamente la antigua y popular Hermandad de la Virgen, presidida actualmente por Alfonso Ciudad.
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