Son dos poblaciones próximas, tan afines, que parecen surgidas en el mismo acto de la Creación. Con los mismos vínculos y sus sentimientos, al alimón, jugaban a las naderías, pero ellos y ellas, los, las, de allí y de aquí, se casaban y se casan, desde todos los tiempos, que es la unión más importante en el amor de Dios.
El día 24 de junio de 2006 tuvo lugar en Caravaca de la Cruz un Congreso de Cronistas oficiales de la Región de Murcia y presentamos una comunicación titulada: “Caravaca de las Maravillas, Cehegín de la Vera Cruz”, con una breve, pero significativa relación de nacidos en ambas poblaciones que habían contraído matrimonio y fundido ilusiones e intereses, que es la mejor manera de caminar, pero desde siempre.
Vamos a recordar que el día 25 de julio de 1725 en el anchurón que circundaba a la bodeguica, frente al Partidor de las aguas, que dan la vida, abundaban los vecinos de esa ciudad, siempre hermana, que con la venera patria en sus corazones, venían en busca de una madre para ellos, pues los sueños del Padre Francisco Moreno, en el Convento de San Esteban, se habían hecho realidad en el domicilio de don Pedro Antonio Peretti y Caravaca quería disfrutar de su ración de amor materno-virginal, pues intuían que, en un bis a bis, la Virgen de las Maravillas se desbordaría con sus hijos, como así ha sido. Bienaventurados nosotros.
Desde aquel día, los joyeros y orfebres caravaqueños comenzaron a componer objetos con la Cruz Patriarcal (de cuatro brazos) para ofrendar a la Virgen Maravillosa, modelo de lo cual es el rosario familiar que pende de su cuello de cisne. (Cargar a las imágenes de joyas fue una costumbre un tanto anacrónica que tanto daño les hacía en sus tallas y en la estética, sin entrar en otras consideraciones).
Pero, a todo esto, no vamos a contar el terco peregrinaje de los cehegineros al Castillo-Santuario de la Vera Cruz y a sus Fiestas anuales.
Habéis logrado un hermanamiento de mucha enjundia y, fundido en una sola, tantas páginas de historia secular pero, sobre todo, abierto la puerta de un entendimiento que cifra el amor y la confianza en la Virgen común y madre universal.
En pasadas “Fiestas de la Cruz” ya desfiló por las calles de Caravaca, el estandarte de la Hermandad con una representación de la Junta Directiva y, este año, lo hará (D.m.), la de la Santísima y Vera Cruz, pero, lo más importante es que los sentimientos de religiosidad de unas asociaciones han sido refrendados ciudadanamente por las concejiles autoridades locales.
¡Enhorabuena, pueblos de Dios!
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