A veces he comentado en algún artículo, y por supuesto lo he discutido con historiadores y amigos aficionados a la historia, la gran similitud que existe en algunos aspectos entre la sociedad siciliana y del sur de Italia, del siglo XIX, y el Cehegín del siglo XVII.
En el Cehegín de la Edad Moderna, y sobre todo de los siglos XVI y XVII, se repiten los mismos patrones sociales que sostienen a la Mafia siciliana del XIX y parte del XX: el concepto de familia y el de honor familiar. La familia es el punto de central de todo, y está por encima del individuo.
En torno a las más poderosas, enfrentadas entre sí, se van creando redes clientelares formadas por familias de menos poder, necesitadas del respaldo de las grandes. Así defienden los intereses de sus protectores y a la vez ellas se ven beneficiadas por aquellos que los protegen. Estas familias hidalgas menores a su vez tienen gente llana a su servicio, también de manera clientelar, y que viven a su sombra. En muchas ocasiones son estos los encargados de cometer los crímenes que les encargan los demás.
Son redes creadas sobre familias que son parientes o amigos. Un punto a tener en cuenta es que el individuo solo aquí no vale nada. Si se aparta de la familia está acabado. El honor familiar está por encima. Las corruptelas en el siglo XVII ceheginero llegaron a tal extremo que, según algún documento de mediados de siglo refiere, era normal que cada año muriesen por los enfrentamientos y banderías 15 o 20 personas, asesinatos que nunca eran investigados y que se daban como simples muertes de las que nadie se preocupaba lo más mínimo. Un tiro de arcabuz o de escopeta y se acababa con la vida de un alcalde ordinario, de una persona incómoda, de un enemigo, de un traidor o de quien fuese. La violencia llegó a tal extremo que fue necesario enviar en más de una ocasión a un Alcalde Mayor para que pusiese orden, aunque al parecer, durante el siglo XVII, no tuvo mucho efecto.
Éste era un mundo rural y aislado de la Corte, donde las noticias tardaban mucho en llegar, o simplemente no llegaban nunca. Hay un documento de la segunda mitad del siglo XVI en que desde la Real Chancillería de Granada se requiere al Concejo que detenga y les envíe a Lope de Chinchilla por cierta causa criminal, recriminando al Concejo que hace ya dos años que se lo había solicitado y tienen referencias de que no solo se pasea libremente sin problema alguno por la villa, sino que además está ejerciendo de regidor por el estado noble, sin serlo ( noble). Ese era el estado de cosas que se vivían en el Cehegín de la Edad Moderna.
Así, por ejemplo tenemos el caso, comentado por mí varias veces de don Agustín Bernad de Quirós, que participó del asesinato del alcalde ordinario don Alonso Carreño Quirós (del que era, curiosamente pariente lejano, por el apellido Quirós), en el año 1690. Justamente un año antes, estuvieron a punto de matar a don Juan Fajardo Lara, alcalde ordinario por el estado noble. La muerte del Carreño fue, sin ninguna duda, una venganza por este hecho. Antes hemos hablado de don Agustín Bernad. Este apellido ya había aparecido durante el siglo XVII ¿lo recuerdan? Apuesto a que sí. Cuando don Martín de Ambel y Bernad mata a don Alonso de Góngora, alférez mayor. Quizá en este asesinato hubiese algo más que la simple honra de la hermana de Ambel, pero eso es algo que nunca sabremos, pues, solo conocemos la documentación oficial. Es probable que en este entramado hubiese intereses familiares de por medio, ya que tanto los Ambel como los Bernad eran familias hidalgas menores que vivían a la sombra de otras más poderosas.
En fin son conjeturas, pero que pueden ser ciertas perfectamente. ¿Si los Góngora hubiesen realmente querido matar a don Martín de Ambel no lo hubiesen matado? Dentro o fuera de la ermita, por supuesto que sí. En caso de no querer derramar sangre dentro de suelo sagrado lo hubieran agarrado cualquier noche y se lo hubieran llevado saltándose las leyes sin reparo alguno. Sin duda hubo un apaño entre familias, aunque no conozcamos los pormenores del caso. De hecho los Ambel parece que tuvieron, durante el siglo XVII, una importante relación clientelar bajo el manto de los Fajardo, mientras que los Góngora la tenían dentro del entramado creado por los Carreño. Es factible pensar que este hecho sucedió como una consecuencia más de esa guerra particular que durante este siglo XVII libraron las familias Fajardo y Carreño, y que produjo muchos muertos a lo largo del siglo XVII.
El documento de la fotografía es una Real Orden de Carlos II, del año 1689, en que se pone de manifiesto la grave situación política y social que vive la villa de Cehegín, a causa de los constantes altercados, asesinatos e intentos de asesinato que continuamente se venían dando. La carta llega por la petición de que desde la Corte se haga llegar a un Alcalde Mayor que investigue y juzgue el intento de dar muerte a Asensio de Gea, alcalde por el estado llano y a Juan Fajardo Lara, por el estado noble, ante la imposibilidad de ser investigado y juzgado por los responsables locales. El mismo Asensio de Gea, en el documento, alega que los que intentaron matarlo con espadas y escopetas fueron Ginés García López y Alonso López, emparentados con alguna de las familias más poderosas de la villa, por lo cual, según él, no fueron juzgados ni perseguidos.
Imagen: Real Orden de Carlos II, incluida en las actas capitulares de 1689 relativa a petición de un alcalde mayor para Cehegín, por causa de la violencia que hay en la villa. Archivo Municipal.
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