De esta cuestión ya hemos hablado en alguna ocasión, pero es tan interesante, al menos tan curiosamente bonito, que creo conveniente hablar sobre ella y que, además, quien no conociera las noticias que yo ya aporté en su momento, pues que tenga conocimiento de ellas.
En la calle Nueva, cuyo nombre resulta que es de los más antiguos de la población, que se hayan conservado, con sus casi 500 años, en los que ha permanecido como Nueva, siendo tan vieja, había ubicado algo especialmente interesante.
Hay ciertos indicios que nos llevan a pensar que, al parecer, el antiguo cementerio musulmán, o al menos uno de ellos, en caso de que hubiese más de uno, se encontraba donde acaba la Plaza Vieja y comienza la calle Nueva, en el actual Casco Viejo de Cehegín. Sabemos que era costumbre en las poblaciones musulmanas hacer sus cementerios muy cerca de la población, a veces junto al camino que llevaba a la puerta de entrada, casi al lado de la misma. En Cehegín tenemos la prueba de que, al parecer, así fue y de dónde estaba la necrópolis.
En realidad se puede decir que las casas de esta zona están edificadas sobre una necrópolis. El viejo cementerio, quedó tapado y olvidado, y apareció con unas obras de desescombro en el año 1830. Quizá se conserven bajo el terreno y las casas una parte de los sepulcros, o tal vez con las diversas obras que se realizaron en la zona en el siglo XIX y la primera mitad del XX se eliminasen los restos que pudiesen haberse salvado del desescombro de aquel año 1830. La indicación más evidente la encontramos en el manuscrito de don Gregorio Ferrer, que incluye copia del manuscrito de don Martín de Ambel y del manuscrito de don Alonso de Góngora Faxardo, añadiendo algunas notas suyas para completar los mismos. Con respecto a este tema escribe una nota interesantísima sobre cierto descubrimiento realizado en el año 1830, que a continuación transcribimos.
“En diez de mayo de 1830, estando quitando el escombro de la Plaza Vieja por mandado de la Real Justicia de esta villa de Cehegín y en el sitio donde da principio la calle Nueva, se encontraron diferentes sepulcros de moros, y habiendo descubierto dos, se vieron en ellos en cada uno una calavera, huesos y ropa. Estaban dichos sepulcros fabricados con obras de yeso y cal muy fuertes, y estaban debajo de la muralla de la iglesia en el dicho sitio, junto al murallón segundo que hay en dicha calle, y se advierte haber todavía más sepulcros. Todavía se advierten más junto a los que han encontrado, que están pegados a una piedra grande viva, sobre la cual está fundado el dicho murallón.”
Manuscrito de don Gregorio Ferrer, a través de la copia de don Andrés de Cuenca González, del año 1873, que se conserva en el Archivo Municipal de Murcia.
La fotografía es de la torre de la calle Nueva, en el año 2010, antes de su rehabilitación.
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