Todos los años celebramos el día de la mujer, porque motivos no nos faltan. Si escuchamos las versiones de una abuela, una madre y una hija acerca de la mujer en España, todas ellas serían muy diferentes. Aspectos sobre lo que fuimos y la huella que aún vive en nosotras, nuestros anhelos, avances, logros y herencias, distintos puntos de vista que conforman nuestra realidad.
Bajo un patriarcado manifiesto, la mujer ocupaba un rol muy claro en el hogar, este poso fue calando generación tras generación. Mucho se ha hecho desde que en 1976 se aprobó una ley que permitía a la mujer trabajar sin el permiso de su marido. Se abrió entonces una época vibrante para aquellas mujeres que defendían la igualdad entre hombres y mujeres, pero el trabajo realizado en pos de este derecho se inició ya casi un siglo antes con la Revolución Industrial en Europa y en España con el movimiento feminista durante la I y II República.
Pero sin lugar a dudas, la meta está cada vez más cerca, porque somos muchos los que estamos empeñados en conseguirlo. Tenemos retos pendientes, la conciliación laboral y familiar, es decir, el cuidado de menores o mayores al cargo, la igualdad salarial entre hombres y mujeres, la erradicación de la violencia de género y el cuidado de las víctimas. La presencia de la mujer en cargos de poder en los diferentes ámbitos económicos, políticos y empresariales, son asignaturas pendientes, que parten sobre todo de una raíz fundamental, la educación de nuestros hijos.
En estos 40 años ha aumentado el número de mujeres con titulaciones universitarias, se ha conseguido la independencia económica para la mujer y también el control sobre su cuerpo. Hay que seguir apostando por políticas de la mujer que la protejan, la apoyen y la amparen. Pero además, en nuestro municipio, los objetivos concretos como el desarrollo de la mujer en el entorno rural, la igualdad salarial para mujeres y hombres, mejores condiciones laborales, oportunidades para crear y escuchar ideas emprendedoras, son algunos de los retos que nos ofrece la sociedad de nuestra localidad.
Todos tenemos experiencias que aportar y que nos sirven para reflexionar.Todos somos esos abuelos, padres o nietos, que conforman nuestra sociedad actual. Desde mi experiencia y como mujer, tengo que agradecer que mis padres considerasen que por encima de ellos estaba la educación, me empujaron y animaron a realizar estudios superiores y a intentar encontrar un hueco en el mercado laboral acorde con mis sueños. Mi familia, como tantas en estos contornos, es familia de agricultores, gente trabajadora y sencilla, con mujeres fuertes que sustentaban la unidad de la familia y que teníanun papel muy claro que venía impuesto por sus predecesores. No fue fácil, pero ellos también me enseñaron que la constancia y el trabajo, es lo que al final nos hace valedores con independencia de ser hombres o mujeres. Por tanto, al igual que aquellas mujeres de finales del siglo XIX iniciaron la andadura de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, mi familia, mis padres, las mujeres de mi vida, se ocuparon de transmitirme los valores necesarios para continuar apostando por el reconocimiento de la mujer.
El camino de la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres ha demostrado que aún es necesario seguir avanzando. Al igual que mis padres sembraron en mí la semilla de la lucha a través del trabajo y la constancia, me toca a mí hacerlo con mi hijo. Solo espero que cuando él tenga que pasar el testigo, sienta el mismo respeto que yo siento ahora por todas las mujeres que me precedieron, las que me acompañaron y las que me siguen dando ejemplo cada día.
Aún no hay comentarios en este artículo