El tema de los esclavos en Cehegín desde el siglo XVI hasta el XVIII normalmente ha sido dejado de lado por los historiadores locales como algo casi marginal, cuando realmente su importancia fue mucho mayor de lo que creemos a nivel sociológico, económico, ideológico y en otros aspectos y, aunque aquí no hubo esclavos en masa como por ejemplo en América, sí que tenemos perfectamente documentados a una buena cantidad entre los siglos XVI y XVIII.
Este tema es poco conocido de la gente en Cehegín, pero aquí hubo esclavos hasta el siglo XVIII y muchas personas se sorprenden cuando se les dice. En realidad para Cehegín no conozco otros estudios fuera de los que yo he realizado, entre los que destaca el artículo “Bereberes, negros y moriscos. Una aproximación al estudio de la esclavitud en Cehegín”, que lo pueden encontrar en papel en la revista Alquipir nº 11 o buscando en Internet con ese título. Me llevó mucho tiempo e investigaciones en varios archivos locales, regionales y nacionales. Una de las conclusiones importantes que obtuve sobre este tema fue el que los esclavos en Cehegín durante la Edad Moderna eran un elemento de ostentación social, más que elementos destinados al trabajo puro y duro, desde el punto de vista de que eran caros, y solo se los podía permitir una persona pudiente. Sabemos que tenían esclavos y esclavas personas de la nobleza local, también los cuantiosos (personas sin hidalguía pero con muchas tierras y dinero), algunos clérigos y en general la gente de buena posición social y económica. Uno no solo debe de ser rico, sino también aparentarlo, y por eso en ocasiones se gastaban grandes sumas de dinero en comprar una persona que no necesitaban para trabajos que ya hacían los sirvientes y braceros.
Los esclavos que había en Cehegín eran negros, de origen bereber y también de origen morisco. Eran propiedad del amo en todos los aspectos legales, que también los podía vender cuando quisiera. Sabéis que los moriscos eran cristianos, conversos descendientes de los antiguos musulmanes, y a los cristianos no se los podía esclavizar, pero si se les acusaba de practicar el Islam y se demostraba, se les excomulgaba y entonces sí se podía llevar a cabo esa esclavización, aun siendo cristianos y españoles. Algunos de los esclavos y esclavas moriscas que hay en Cehegín a finales del siglo XVI proceden de la sublevación morisca de Las Alpujarras, de 1568.
En general, se les solía comprar en Murcia, a donde llegaban los negros y bereberes procedentes del mercado de esclavos de Sevilla. En el Archivo Histórico Provincial de Murcia se pueden encontrar, en los protocolos notariales, cartas de compra-venta de los mismos. Los hijos de las esclavas también eran esclavos y no eran extraños los hijos de estas esclavas como bastardos de los propietarios, lo que resultaba curioso, porque se podía llegar a dar el caso de dos hermanos de padre, uno esclavo y el otro hijo del amo de la casa, aunque estas cosas nunca salían a la luz y siempre aparecen en las actas de bautismo como de padre desconocido. Además es un hecho contrastado el de la utilización de las esclavas como objetos sexuales por los amos. Había más mujeres esclavas que hombres, más negras y bereberes que moriscas, y esto también tiene su explicación en el hecho que comentaba antes de que los hijos también nacen esclavos y eso es un beneficio para el amo, de tal manera que a veces se podían juntar en la misma casa dos o tres generaciones de esclavos de la misma familia.
Sabíamos, desde luego, en la segunda mitad del siglo XVI de la presencia de esclavos en la villa era común. Sin embargo, ahora sabemos que, en época tan temprana como el año 1523, ya la documentación municipal nos indica la presencia de bastantes esclavos negros y bereberes. En concreto tenemos un documento de 22 de marzo de dicho año que así nos lo atestigua y que nos habla de la fuerte polémica que se creó en la villa a tenor de una causa que ahora comentaremos. El hecho de que en este primer cuarto del siglo XVI haya bastantes esclavos en Cehegín es indicativo de varias cuestiones. En primer lugar de una evidente mejora económica y en segundo lugar de un crecimiento poblacional incontestable. Los esclavos eran caros y solo se los permitían aquellos que podían pagarlos, tenían una cierta función para la ostentación social del amo, ya que los criados hacían funciones similares y resultaban infinitamente más baratos. Cualquier rico que se precie en esta época los tiene, ya sea noble, ya sea caballero cuantioso (los también llamados en Castilla labradores ricos, que no tenían hidalguía, pero sí muchos bienes).
El esclavo tenía que ser bautizado, y por lo tanto, al menos formalmente, eran cristianos. En el documento, interesantísimo, del que les hablo de 22 de marzo de 1523 se plantean unas quejas importantes al cura santiaguista de la parroquia de Santa María Magdalena, Rodrigo de Monterrosso, porque durante algún tiempo los esclavos que fallecían eran enterrados en el interior de la iglesia, algo muy mal visto, ya que no se concebía que un negro pudiera ser sepultado junto con los cehegineros, fundamentalmente por una cuestión de honra. Por lo tanto la polémica surgía en si debían o no ser considerados cristianos, aunque hubieran sido bautizados, ya que, con ello, tendrían permitido el enterramiento dentro de la iglesia. Es una cuestión, fundamentalmente, ideológica.
En el documento, acta capitular, se indica, por ejemplo que:
“Por razón que en esta dicha villa ay y se compran y tienen, y se espera aver muchos esclavos…”
“ e se an soterrado dentro en la Iglesia Mayor de esta dicha villa, de lo qual generalmente el pueblo se requexa i paresçia cosa fea e contra la onrra de los veçinos e onbres onrrados desta dicha villa…”
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