Domingo de Gea Alfaro
Este fin de semana he asistido con estupor a un acto de una vileza tal, que me resultaba increíble que fuese cierto. El pasado sábado se publicaba en Cehegín Actualidad y en Pedro Zapata, un artículo en el que se cuestionaba la forma de proceder del Ampa Conde de Campillos en relación al Banco de Libros y se señalaba con “mala fe” la actuación tanto del presidente como la mía propia. ¿Sólo de dos? fue lo primero que me pregunté. Siendo los miembros de la directiva más de 30 personas,¿por qué nosotros? ¿Nuestra Ampa?,¿por qué no el resto de Ampas?
He podido comprobar, lo fácil que es difamar y que el difamador quede impune tras un nombre genérico, suponiendo un acto de cobardía, al que estamos acostumbrados por parte de estos personajes, cuyo lema siempre ha sido “difama que algo queda”. Asimismo, veo con tristeza como la gente se aventura a opinar sin conocer la versión de las partes, de las dos partes. Supongo, que cuando el Ampa del Conde de Campillos publique su nota de prensa, se darán las explicaciones oportunas a la labor de esta. Porque ante todo, si algo nos caracteriza es la transparencia. Y al final del artículo, ¡tachánnn!, encuentro la respuesta a mis preguntas: la política, siempre la política.
No he escondido nunca mi filiación política, soy de izquierdas, soy de Izquierda Unida. Y ello les lleva a intentar desprestigiar (no lo van a conseguir), a una asociación como es el Ampa, cuyo único objetivo ha sido, es y seguirá siendo buscar lo mejor para todos los alumnos del Centro. A pesar de todos los esfuerzos que hagan estos personajes de la derecha más rancia, seguiré trabajando por conseguir una sociedad mejor, por conseguir una sociedad donde no se discrimine por cuestiones ideológicas y donde no vuelvan a ocurrir episodios como este.
angorroangorroangorroan 29 septiembre, 2014 a las 11:51 am
Nuestro buen dios ya dijo en un sermón, guárdate de los mediocres inútiles, son muy capaces en las empresas, en la política, en la vida, de tocarle continuamente el trasero a sus superiores, actuar con falsedades y mentiras contra todos, con tal de no dejar el mangoneo, chupeteo y prebendas.