Francisco Velasco Rey
Profesor de Lengua y Literatura en Educación Secundaria
Si tuviéramos que hablar de la participación de todo un pueblo, en un proyecto cultural, aunando sus fuerzas, sin tener en cuenta la ideología de sus gentes, sin enfrentarse; con miras en sacar sólo lo que les pertenece y les une por derecho: la consigna de ser llamados, sin tener en cuenta diferencias sociales ni políticas para sacar adelante una parte de la historia del honor de sus gentes, con sus costumbres y con su cultura; ese es un pueblo del Noroeste de Murcia, llamado Cehegín.
Una iniciativa que convoca a su ciudadanía, altruistamente para hacer realidad el mismo sueño: hacer una película, ‘Ambel’, en la que colabora el pueblo. En la que se hace un pacto implícito para poder realizar un trabajo colectivo sin remuneración alguna, que debería servir de referencia, hoy por hoy a esa caterva de “cantamañas” que nunca se ponen de acuerdo sobre aspectos socioeducativos, sanitarios y culturales; sin tener de referencia a la virtud de hacer bien las cosas, como decía Platón sobre el deber ser de la política que debe mejorar y buscar el bien de los ciudadanos.
Porque en lo que respecta a política social, los gobernantes de unas comunidades autonómicas y otras, usan el poder cínicamente para echarse en cara “lo que dicen que hacen que no hacen”, es decir, con miras a favorecer a su clientelismo. No siendo menos cierto, que enmascaran el uso del lenguaje para tomarnos el pelo, a la ciudadanía, aun a sabiendas de que mienten, porque cómo se puede entender que los falsos ‘EREs’ sólo afectan a Andalucía, como tratan de manifestarnos dirigentes de unos y otros partidos, como si los cursos de formación no se hubieran dado en toda España.
Cinismo e incoherencia cuando se dicen unos gobernantes a otros que no recortan en la Ley de Dependencia, que no existe ningún tipo de copago sanitario o que no admiten que cuentan con bastante menos personal para atender a los enfermos. Cuando se echan en cara que no se fomenten las escuelas con fondos públicos mientras unos y otros, mayoritariamente ni son maestros ni profesores; y encima trabajan o llevan a sus hijos a la escuela privada; pero eso sí, para afianzar la desigualdad de oportunidades y dejar como “cenicienta a la educación pública”.
Para más cara proclaman a los cuatro vientos, que no quieren el poder por el poder, y les va la vida en ello. Siendo según ellos, los que garantizan el mejor futuro, el bienestar y la política social de los servicios públicos. “Cínicos” donde los haya pues dicen que gestionan con ideas claras, responsabilidad en la tremenda crisis; agravada por el despilfarro y la incontrolable corrupción, qué se lo pregunten a los más de cinco millones de parados y a la mayoría del pueblo, que ha visto cerciorados sus derechos; en cambio en los momentos en que deben de dar ejemplo, con su moral y conducta, que es donde se mide la grandeza de un político, aplican medidas de austeridad para defender sólo sus intereses.
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